COMO SALIR
DE LA DEPENDENCIA DEL PECADO.
1. Acepte
que no tiene fuerzas para dejar el vicio o pecado. (Sal 51: 1- 5)
2. Admita
que Dios es su Creador y Salvador y que Él tiene poder para restaurarlo. (Sal.
71:20–21)
3. Someta su
voluntad a la de Dios. (Mt. 16:24–25)
4. Enfrente
la realidad y reconozca quién es usted en realidad. (Sal. 139:23–24)
5. Acepte
ante Dios y otra persona que usted está luchando contra el pecado. (1 Jn. 1:8)
6.
Humildemente acepte la ayuda de Dios para cambiar sus patrones de conducta
pasados. (1 P. 5:6–7)
7. Confiese
sus defectos y caídas continuas. (Sal. 51:10–12)
8. Pida
perdón a quienes ha ofendido. (Mt. 5:23–24)
9. Restituya
lo que haya tomado de otros. (Ez. 33:15–16)
10. Acepte
que se ha equivocado y arregle las cosas que ha hecho mal. (Tit 2:11–12)
11. Ore y
conozca la senda que Dios tiene para su vida. (Sal. 25:4–5)
12. Trate de
ayudar a otros que posiblemente ha caído y necesitan restauración (Gál. 6:2-3)
DIOS ESTÁ A
CARGO DE TODAS LAS COSAS.
“Mayor es el
que está en vosotros, que el que está en el mundo”. 1 Juan 4:4.
EL PERDÓN EN
MEDIO DE LA ANGUSTIA Y LA TRAGEDIA.
«EL PROVECHO
DE LA AGONÍA»
Por el
Hermano Pablo.
La tragedia
ocurrió de noche en una de las capitales más grandes del mundo. Joseph Hawkins,
de veintiún años de edad, se encontraba en el patio de su casa cuando lo
mataron a tiros desde un auto que pasó velozmente. Se suponía que el joven
había tenido vinculación con alguna pandilla de muchachos de la comunidad,
aunque esto no pudo comprobarse. Fue un gran dolor para toda la familia.
La madre de
Joseph, Loma Hawkins, quien no se amilanó ante su muerte, lanzó un programa de
televisión que tituló «El provecho de la agonía», en el que invitó a todas las
madres que habían pasado por una experiencia similar a venir a exponer ante las
cámaras su sentir. El proyecto comenzó a tomar auge.
No obstante,
dos años después la tragedia golpeó por segunda vez el hogar de Loma. Un
segundo hijo, Geraldo, de diecisiete años de edad, fue asesinado en idéntica
forma. El dolor para Loma fue casi insoportable. Pero al preguntarle si
seguiría con el programa, ella respondió con énfasis: «Sí, y ahora con doble
razón.»
He aquí una
madre doliente y sufrida, pero noble, valiente y determinada, que tomó su
desgracia como algo inevitable, y dándole vuelta al dolor, lo usó para lanzar
un proyecto que tenía el fin de cambiar el destino de su comunidad. En la zona
donde ella vivía, ese tipo de homicidios ocurrían a diario. El esfuerzo de esta
mujer contribuyó a cambiar la situación.
El
comentario de ella fue: «Espero abrir camino, poco a poco, en la conciencia de
todo adolescente que, por tener un auto potente y un arma de fuego en la mano, se
cree con derecho a matar al que se le ocurra.»
Ante
desgracias como ésta, la reacción del doliente toma uno de dos cursos: o sume a
la persona destrozada en una profunda depresión de la cual no encuentra, ni
desea encontrar, salida, o reacciona como lo hizo Loma Hawkins, quien ante el
terrible dolor de ver a su hijo muerto a balazos, alzó la vista al cielo y
dijo: «Señor, ayúdame a encontrarle algún provecho a esta tragedia.»
Ella no sólo
se permitió hallar consuelo y fortaleza, sino que actuó inmediatamente en
auxilio de otros. Y en su dolor, usó su agonía para lanzar un proyecto con el
fin de cambiar a su comunidad.
En medio de
la desesperación, podemos pedirle a Dios gracia para llenar primero nuestro
propio corazón con amor y perdón, y luego para ayudar a otros que tienen
aflicciones afines. Él es más grande que toda tragedia, y puede cambiar en
provecho lo que es desastre. Dios sólo espera que acudamos a Él.
JESUCRISTO
ES PERDÓN Y VIDA ETERNA.
“¿No sabéis
que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios,
ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con
varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes,
ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” - (1 Corintios 6:9-10).
La gente
posee la idea que está bien vivir inmoralmente y que Dios pasará por alto sus
indiscreciones. “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el
hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7). A Dios no se le pasa por
alto nada de nuestras vidas. Él es un Dios justo y juzgará (véase Hebreos
13:4). “Bueno Pastor, ¿significa esto que si he hecho alguna de estas cosas no
podré ser salvo?” ¡No! Primera Corintios 6:11 promete: “Y esto erais algunos;
mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido
justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.”
¡Aleluya! No existe pecado tan atroz que la sangre de Cristo no pueda lavar. Él
limpia al pecador más vil.
¿Ha pensado
alguna vez que Dios no puede perdonarle un pecado o pecados cometidos?
Entonces, pídale perdón por elevar su pecado más allá de la sangre de Cristo.
Satanás no quiere que usted sepa que el pecado más vil puede ser limpiado por
la sangre de Jesucristo cuando acudimos a Él en arrepentimiento y fe.
ESTAMOS
MUERTOS AL PECADO.
“Y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1
Corintios 15:4).
Una de las
más grandes bendiciones en la Biblia pasa frecuentemente inapercibida entre
creyentes. ¡Es la sepultura de Jesucristo! Me escuchó bien, la sepultura de
Jesús es una bendición para usted. Porque no sólo murió usted con Él, sino que
ha sido sepultado con Él. En tiempos bíblicos cuando la gente judía fallecía,
eran inmediatamente embalsamados con aceites especiales y envueltos en lino. El
cuerpo era ocultado y sepultado en una tumba. Eso es lo que Jesús ha hecho con
su cuerpo viejo del pecado. No sólo ha sido usted crucificado con Cristo, sino
también ha sido sepultado con Cristo. ¿Por qué el énfasis? Para que usted nos
sea acosado por el fantasma de la culpabilidad. El diablo tratará de recordarle
lo que usted fue. No se lo permita. No ande merodeando entre los huesos muertos
de su vida vieja. ¡Ésta desapareció por la gracia de Dios!
¿Los
demonios del infierno le acosan con acusaciones de culpabilidad de pecados
pasados? Es hora de hacerlos correr de regreso a su fosa. ¿Cómo lo hace? ¡Con
la Palabra! Si usted es acusado de algo ahora mismo y sabe que lo ha confesado,
se ha arrepentido y le ha rogado a Dios perdón, apodérese de la autoridad que
Dios le dio y declárele a esos demonios su Palabra: 1 Timoteo 1:12-14 y Romanos
8:1.
ESTAMOS
JUSTIFICADOS DELANTE DE DIOS.
“Más al que
no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por
justicia” (Romanos 4:5).
Justificación
es el acto de Dios por medio del cual Él declara a los que han confiado en
Cristo, que son justos, así como su Hijo es justo. La salvación no se basa en
nuestras obras.
¿Sabe qué es
lo que Dios ve cuando mira a uno de sus hijos (as)? Él ve a Jesucristo. Algunos
dirán: “¡Eso es arrogancia!” No. No lo es. Está en la Biblia. Un hijo (a) está
en Cristo y, por lo tanto, Dios no puede ver sus pecados (lea 1 Corintios
1:30). Él sólo ve la justicia de su Hijo.
Justificación
es mucho más que sólo un perdón. ¡Es una promoción! Dios no sólo perdona
nuestros pecados. Él nos hace justos. Sólo Dios puede tomar a alguien que es
culpable y declarar a esa persona justa. Es el trabajo salvador de Dios. ¿Cuál
es la base de nuestra justificación? ¡Su gracia!
La próxima
vez que pase frente a un espejo y alguien está con usted, comience una
conversación evangelizadora: “El otro día Dios me enseñó algo acerca de mi
reflejo. Cuando miramos al espejo, nos vemos a nosotros mismos. Pero cuando
Dios me mira, Él ve a su Hijo.” Vea cómo la otra persona reacciona y responde.
ES TIEMPO
ENTONCES DE BUSCAR SU REINO.
“Más buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas” (Mateo 6:33).
¿Alguna vez
ha notado que junto con el mandamiento de “no preocuparse”, en Mateo 6:34,
viene correspondientemente la promesa de Dios de cuidar de nosotros? Una de las
más frecuentes promesas es que seremos alimentados. Dios suplirá nuestras necesidades.
Entonces, ¿por qué Dios promete que “todas estas cosas os serán añadidas”?
¿Será para que no pasemos hambre? No. Amigo, mucha gente que no confía en Dios
tiene su mesa llena de alimentos. La persona inconversa promedio piensa en el
dinero, casas, carros, ropa, joyas, etc. Jesús sabe que tenemos una mente “de
un solo carril”, y que no podemos servir a dos señores. Si son las cosas
materiales las que usted está buscando, entonces no está buscando al Señor. Y
Él es quien nos dice: “Confía en Mí. Pon toda tu atención y confianza en Mí.
Haz el bien y Yo cuidaré de ti.”
¿Cuál es la
evidencia en su vida que testifica que Él es su primera prioridad?