jueves, 15 de enero de 2015

LA DEPRESIÓN CLÍNICA ES UNA ENFERMEDAD MORTAL QUE HOY ESTÁN SUFRIENDO LOS JÓVENES.

«HE INTENTADO SUICIDARME»
por Carlos Rey


«Soy una joven de veintiún años.... Creo que me voy a volver loca. No duermo, y hago cosas que no quiero hacer. Es un reto vivir cada día. En ocasiones he intentado suicidarme, y eso pasa mucho por mis pensamientos. Necesito ayuda. ¡Estoy desesperada!»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimada amiga:
»Nos alegramos de que haya tenido la confianza de contarnos su caso.... Creemos que... Dios no le ha permitido tener éxito en ninguno de los intentos [de suicidio, y que Él mismo la impulsó a que nos consultara]. Él la ama y quiere ayudarla, y en algún lugar del subconsciente usted lo sabe.
»Dios nos ama a todos de tal modo que estuvo dispuesto a sacrificar a su Hijo en la cruz para que tuviéramos vida eterna. Además, Dios tiene un plan para cada persona y le ha señalado a cada uno su hora de morir.1 Cuando las personas se suicidan, con eso cambian a la fuerza esa hora señalada y deciden hacer las cosas a su manera. Pero en todo momento Dios está obrando en la vida de ellas para evitar que eso suceda....
»La depresión clínica es uno de los factores que más contribuyen a los intentos de suicidio. Tal depresión es más severa que la que se experimenta sólo por algunos días. La produce un desequilibrio químico en el cerebro que impide que la persona sea capaz de tener esperanza en el futuro o en el presente. A quien sufre de depresión clínica no se le puede «disuadir» de su condición, así como tampoco a una persona que sufre de presión alta se le puede disuadir de su enfermedad. Tanto la depresión clínica como la presión alta son enfermedades, y las personas que las padecen necesitan tratamiento médico.
»Usted necesita ir cuanto antes a ver al médico. No puede mejorarse por sus propios esfuerzos, y su sentimiento de desesperación es peligroso. Le rogamos que haga lo que sea necesario para ir al médico y contarle todo lo que nos ha dicho a nosotros. Siga las instrucciones que le dé aun cuando las considere innecesarias, y no interrumpa el tratamiento sólo porque se demore varios meses para que comience a sentirse mejor. No se puede fiar de lo que está sintiendo ahora, así que le rogamos que confíe en nuestro consejo y haga todo lo que el médico le diga.
»Nosotros nos interesamos en usted, pero su Padre celestial se interesa mucho más. Aunque usted no lo sienta, repítase cada día: “Dios me ama, mis amigos de UN MENSAJE A LA CONCIENCIA me aman, y puedo superar cualquier obstáculo que se me presente en este día.” Escríbanos dentro de un mes y cuéntenos cómo le ha ido.»
Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 320.

1Sal 139:16

viernes, 2 de enero de 2015

LA VIDA SI TIENE SENTIDO EN CRISTO JESÚS SEÑOR NUESTRO.NO AL SUICIDIO

LA VIDA SI TIENE SENTIDO EN CRISTO JESÚS SEÑOR NUESTRO.
«LA VIDA NO TIENE SENTIDO»
Por el Hermano Pablo.

Andy Reader preparó su cámara de video. Era un nuevo modelo, recién comprado. La acomodó cuidadosamente sobre el trípode en una parte alta de su garaje, apuntándola hacia su automóvil, y la puso en marcha. La cámara había de funcionar automáticamente, y había de recoger tanto imagen como sonido.

Después, Andy, de treinta y ocho años de edad, de Dartmoor, Inglaterra, se encerró en su auto y encendió el motor. ¿Qué se proponía? Filmar su propio suicidio. Hallaron su cuerpo inerte varias horas después, víctima del monóxido de carbono. Pero el acto de suicidio, junto con sus últimas palabras, quedó registrado en su cámara para siempre. El mensaje era claro. Andy lo había repetido varias veces: «La vida no tiene sentido.... La vida no tiene sentido...»

En efecto, para miles de personas la vida no tiene sentido. Cuando el único significado de la vida gira alrededor de uno mismo —posesiones, caprichos, gustos y placeres—, la chispa de la vida muy pronto se apaga. Cuando lo único que vale es el disfrute de cosas materiales y nada más, muy rápidamente el entusiasmo, la pasión y la razón de vivir se desvanecen, y se termina diciendo: «La vida no tiene sentido...»

Sin embargo, la vida humana sí tiene sentido. Tiene un sentido inmenso, universal, divino. Tiene todo el sentido que Dios le dio cuando creó al hombre y lo puso en el jardín del Edén. Ese sentido es, por cierto, la razón de la creación. La vida del hombre tiene, incluso, un sentido eterno.

Cuando pensamos sólo en términos humanos, la vida nos parece confusa e incoherente. Pero cuando levantamos la vista y contemplamos el cuadro mayor de la existencia —nuestro cónyuge, nuestros hijos, nuestros valores y nuestro Dios—, comenzamos a ver en la vida un propósito y un designio. Es cierto que sin moralidad la vida no es vida, pero cuando reconocemos que Dios nos tiene aquí con un propósito definido, nos damos cuenta de que la vida sí tiene sentido.

Es Dios quien le da a nuestra vida sentido. Él es quien establece los valores morales para el buen vivir. Él es quien nos ayuda a aceptar todo lo incomprensible de nuestra vida.


Cristo nos da nuestra razón de ser. Él da sentido en medio de la locura. Busquemos en Él el porqué de nuestra existencia. No nos permitamos, por nada en la vida, ser presa de esa gran mentira: «La vida no tiene sentido». Porque Cristo quiere darle sentido a nuestra vida. Él quiere darle belleza a nuestro existir.