jueves, 31 de diciembre de 2015

CUANDO DEJAMOS SOLOS A LOS HIJOS Y ELLOS TOMAN DECISIONES PERSONALES.

CUANDO DEJAMOS SOLOS  A LOS HIJOS Y ELLOS TOMAN DECISIONES PERSONALES.
«MI HIJA SIEMPRE SE HA SENTIDO SOLA»
Por Carlos Rey.
«Tengo una hija de trece años que hace como veinte días está viviendo conmigo. Ella siempre ha vivido con su madre, pero su mamá dedica demasiado tiempo a su trabajo, y mi hija siempre se ha sentido sola.... Ella quiere vivir conmigo para tener quien la cuide y le preste atención para todo lo que ella requiera; pero la mamá de mi hija la llama muchas veces en el día y llama a mi familia a hacerles recomendaciones sobre mi hija.
HIJOS FORMADOS POR UN SOLO PADRE, ADQUIEREN COMPORTAMIENTOS DIFÍCILES DE MANEJAR.
»Quisiera saber qué debo hacer, si lo que yo quiero es conocerla y educarla a mi manera, ya que está entrando en... la adolescencia.»
LA ADOLESCENCIA ES UN PERIODO DE MUCHO CUIDADO.
Este es el consejo que le dio mi esposa:

«Estimado amigo:
NO EXISTEN FÓRMULAS MÁGICAS, SINO EDUCACIÓN Y ACOMPAÑAMIENTO.
»Su problema no tiene una solución acertada ni una incorrecta. No hay una fórmula mágica para conseguir que la madre de su hija coopere, y no hay nada que usted pueda hacer para resolver al instante la discrepancia entre lo que usted quisiera que ocurriera y lo que en realidad está ocurriendo....
PADRES SEPARADOS CAUSAN MUCHO DAÑO A LOS HIJOS.
»Cuando los padres no viven juntos, casi siempre se presentan conflictos que hay que afrontar. Los dos aman a su hija y quieren lo mejor para ella, pero cada uno tiene su propia idea de lo que considera mejor. La forma más rápida y directa de resolver una parte del conflicto es consultar a un consejero o mediador....
LA PALABRA DE DIOS ES EL ALIMENTO ESPIRITUAL  APROPIADO.
»Como ayuda en la elaboración de reglas sensatas y mutuamente aceptables, le recomendamos que haga de la Biblia su norma. Dios dispuso que la Biblia fuera como una guía que nos mantuviera en el camino correcto. El apóstol Pablo escribió: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia”.1 Si ambos están de acuerdo en enseñarle a su hija a que obedezca los Diez Mandamientos al igual que las otras instrucciones en la Biblia en cuanto a la pureza, la integridad, la honradez y el dominio propio, entonces se habrán puesto de acuerdo con respecto a los asuntos de mayor importancia.
LA IGLESIA ES UN LUGAR PARA BUSCAR SANAS RELACIONES ENTRE JÓVENES.
»Si también acuerdan llevar a su hija a una iglesia donde los líderes enseñan la Biblia, y en la que tanto éstos como los miembros de la congregación la practican, ella podrá formar amistades con adolescentes que están aprendiendo los mismos principios. Durante los años de adolescencia no hay nada más significativo que los amigos, así que el cultivar buenas amistades como parte de un grupo es un paso muy importante.... (Es más probable que se encuentre esa clase de adolescente en una iglesia que en otros lugares.)
EL PONERNOS DE ACUERDO COMO FAMILIA EN LA EDUCACIÓN.
»En lugar de concentrarse en resolver problemas, resuelva que va a cooperar. Comunique sus deseos de un modo positivo, y esté dispuesto a tener en cuenta también el punto de vista de la madre de su hija. Pero no espere que el proceso lleve menos de cinco años.»

1         2Ti 3:16

viernes, 4 de diciembre de 2015

LA SOBERBIA, EL PECADO ORIGINAL DE ADÁN Y EVA, HA LLEVADO A LA SOCIEDAD A CAER EN LA PROMISCUIDAD Y TODO TIPO DE ENFERMEDADES QUE HOY ESTÁN MATANDO AL HOMBRE.

CUANDO NO TENEMOS LA BOCA LIMPIA.
Por Carlos Rey.

(Día Internacional de la Lucha contra el SIDA)
«En cierta ocasión hablaba yo con un anciano campesino, un pobre serrano, cerca de las Hurdes, región del centro de España.... Le preguntaba si es que por allí vivían en promiscuidad. Me preguntó qué era eso, y al explicárselo, contestó: “¡Ah, no! ¡Ahora ya no! Era otra cosa en mi juventud. Cuando todos tienen la boca limpia se puede beber de un mismo vaso. Entonces.... vinieron esas enfermedades que envenenan la sangre y hacen locos e imbéciles. Porque eso de que le hagan a uno un hijo loco o imbécil, que no le sirva para nada luego, eso no puede pasar.”»
De esta anécdota personal se vale el gran pensador español Miguel de Unamuno para hacer algunas de sus profundas reflexiones de su puño y letra en su obra filosófica titulada La agonía del cristianismo. El campesino «hablaba como un sabio —comenta Unamuno—. En las palabras del viejo y sentencioso serrano comprendí toda la tragedia del pecado original.... Y comprendí también lo que es la agonía de nuestra civilización.»1
¿Qué es exactamente el pecado original al que se refiere Unamuno? En una palabra, la soberbia. En el estado perfecto del huerto del Edén nuestros primeros padres tenían la boca limpia y podían beber de un mismo vaso sin que les pasara nada. Pero echaron a perderlo todo cuando quisieron ser como Dios. Y esa puerta por la que le dieron entrada a la soberbia se convirtió en la puerta de salida del huerto.2
Por lo menos unos cuatro mil años después, Jesucristo, el Hijo de Dios, que era por naturaleza Dios, se rebajó voluntariamente y se hizo hombre, humillándose a sí mismo.3 Es decir, Dios mismo dejó de ser igual a Dios para que el hombre dejara de procurar ser igual a Dios por sus propios méritos. Así Dios invirtió las tablas del pecado original, ofreciéndonos a su único Hijo como puente de reconciliación con Él.
Si bien está agonizando la civilización actual es porque ha perpetuado ese ciclo de soberbia que comenzó en el Edén. En vez de procurar ser como Cristo en la humildad, en la entrega y en el amor al prójimo,4 se ha entregado al amor propio, a la promiscuidad, que la humilla, la rebaja y la mata con toda clase de enfermedades venéreas y el SIDA. Se empeña en imponer, como norma de la sociedad, lo anormal como normal. Nuestra civilización corre riesgos necios, y por televisión, en el cine y en los demás medios de comunicación social, fomenta la promiscuidad y el sexo fuera del matrimonio como si no hubiera posibilidad de contagio, como si no existiera el peligro de contraer una enfermedad venérea o mortal. ¡Quiera Dios que reaccionemos y lo busquemos a Él, despojándonos de esa soberbia antes de que no sirvamos para nada! Digamos categóricamente, al igual que aquel anciano campesino: «¡Eso no puede pasar»!

1Miguel de Unamuno, La agonía del cristianismo, 6a ed. (Buenos Aires: Editorial Losada, 1975), pp. 135-36.
2Gn 3:1‑24
3Fil 2:6‑8
4Fil 2:1‑5